Los órdenes de la ayuda

Bert Hellinger habló sobre los órdenes de la ayuda, explicando algo muy lógico: que los seres humanos necesitamos de una reciprocidad en la ayuda porque no estamos separados. A través de la ayuda que se nos presta desde el mismo momento en que nacemos es que podemos crecer y desarrollarnos. Sólo en la medida que hayamos tomado de otros, estaremos preparados para poder dar y servir. Ayudar es un arte que nos pide sintonizar con la persona a quien se ayuda.

  1. Equilibrio en el intercambio

Sólo podemos dar aquello que tenemos y tomar aquello que realmente necesitamos.

Se trata de ayudar con lo que realmente necesita la otra persona y no necesariamente en la forma que nos pide o nos exige.

De nada sirve dar lo que el otro no necesita realmente, ni tomar lo que no necesitamos. Como tampoco esperar de otros que nos den aquello que no nos pueden dar, porque no lo tienen.

No ayuda cargar con el destino, sufrimiento, dolor y sentimientos de los demás, porque sólo al otro le corresponde llevarlo y si lo tomamos en su lugar, le quitamos la oportunidad de aprender. Cada uno tiene la fuerza para llevar su propio destino.

  1. Respetar el destino del otro

Sólo actúa cuando te lo pidan y las circunstancias lo permitan.

Querer ayudar en contra de las circunstancias debilita, al que ayuda y al que necesita la ayuda.

Sólo se puede cambiar aquello que las circunstancias permitan y realmente se necesite cambiar.

Existen muchos eventos que no pueden ser cambiados, por ejemplo: enfermedades hereditarias, discapacidades, etc.

La necesidad de cambiar el destino de otra persona, a veces surge por lo lo difícil e insoportable que se le hace a uno mismo la realidad del otro.

Hay que respetar el destino de las personas tal y como son y afrontar las circunstancias reales.

  1. Mantener una relación adulta

La posición de ayuda útil es aquella en la que nos aproximamos al otro como lo que es: un adulto. Y en caso en que la persona no se encuentre en esta posición, ayudarle para que la tome.

Si se trata al otro como a un “niño desvalido”, éste tendrá el control sobre nuestra vida, lo cual acabará provocando, un sentimiento de malestar, frustración y rabia mutuos.

La ayuda “sana”, consiste en un “acompañamiento” en el camino de la vida hasta el punto donde uno elija y pueda, y después seguir cada uno su vida, desde la libertad.

Quien se queja de su pasado, permanece niño, no crece como adulto. No se puede ayudar a alguien que no está dispuesto a dejar atrás las formas infantiles de percibir la vida con expectativas irreales acerca de la vida. P.Ej. tiene que ser fácil.

  1. Empatizar con todo el sistema

La empatía que ayuda es la que mira con amor a todos los miembros de la familia, sin olvidar a los excluidos.

En ocasiones, se toma partido por alguien a quien se quiere ayudar y esto implica ponerse en contra de otros miembros del sistema. Esto solo ayuda a “atrincherarse” en su postura y no a buscar una solución de reconciliación e integración.

En cuanto tomamos partido por alguien y nos ponemos en contra de otros miembros del sistema, ya no podemos ayudar. Sólo cuando todos son respetados con su destino y sus implicaciones, nos mantenemos en el amor.

Todas las personas merecen ser amadas.

  1. Aceptar todo tal y como es

El que ayuda en forma efectiva, no juzga y acepta cada persona como es. Al abrir tu corazón la energía de ambos se armoniza.

La solución consiste en unir lo que está separado, poniéndose al servicio de la “reconciliación con la vida” y especialmente con los padres.

Los juicios sobre lo que está bien o mal, sólo reflejan los valores creados y al decirle a alguien lo que es bueno pare él, tratamos de “educarle” en nuestros propios valores, sin permitirle que cree los suyos propios y los siga, aunque no coincida con los nuestros.

Esto, en lugar de ayudar, crea inseguridad en el que busca ayuda y le hace dependiente. No hay destinos mejores o peores. La solución está en asumir la vida tal como es.

En conclusión, la relación de ayuda, consiste en facilitar que la persona se haga responsable de su propia vida, sin crear vínculos que dificulten una visión objetiva del problema.

Lo esencial, es saber si nuestra ayuda fortalece o debilita a quien nos la pide.     

El objetivo es a unir, con humildad, aquello que estaba separado. La terapia se encuentra al servicio de la reconciliación con la vida y especialmente con los padres y su sistema familiar. Nos ponemos al servicio de todos, sin hacer distinciones entre buenos y malos.

Saludos,

María Elena 

Sobre el autor del artículo María Elena Trujillo

Soy psicóloga, astróloga y coach. En el proceso e integrado varios enfoques lo cual me permite comprender ciertas experiencias de vida no frecuentes ni comunes para todos. Entiendo que hay diversas formas de ser y de estar en el mundo. Mi propósito es apoyarte y acompañarte en el proceso del descubrimiento de tí mismo, de aceptarte tal cual eres y mostrar cómo usar tus habilidades, capacidades y dones en tu propio beneficio. La meta es que logres conocerte más a tí mismo para desarrollar mayor coherencia, armonía, prosperidad, amor y agradecimiento por la vida.

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2 comments
Beatriz dice 12/09/2022

Muy interesante tu artículo María Elena!. Muchas gracias, un abrazo!

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